
LECCIÓN 8: Mi mente está absorbida con pensamientos del pasado.
Lección 8 del Libro de Ejercicios de UCDM
¿Solo veo el pasado? ¿De verdad? Quizá la frase de la lección anterior te haya sonado extraña —o te haya dejado indiferente, o directamente te parezca una “tontería mística”—. Y sin embargo, te encuentras cada día, cada hora, reaccionando, interpretando y sufriendo por algo que ni siquiera está presente.
Si frenas apenas un instante, descubrirás que lo que creías claro —tus motivos, tus heridas, tus placeres— son, en realidad, hojitas secas de una memoria rancia. Todo eco, todo repetición, todo pasado.
La Lección 8 del Libro de Ejercicios, “Mi mente está absorbida con pensamientos del pasado”, continúa con la idea. No viene a regalarte un mantra bonito para empezar el día. No. Viene a sacudirte. A obligarte a mirar el mecanismo interno que jamás has querido examinar: el hecho de que toda, absolutamente toda, tu percepción viene de un almacén de recuerdos, prejuicios, historias —una cárcel invisible que te hace creer que eres libre mientras repites, una y otra vez, el mismo argumento de siempre—.
No se trata de “pensar en positivo”. Aquí no vale con maquillar el dolor ni con buscar explicaciones cómodas. Se trata de romper ese ciclo… aunque sea incómodo, aunque pique el orgullo, aunque te descubras resistiendo como un animal ante lo desconocido.
Si buscas algo distinto, una oportunidad real de renacimiento, tendrás que dejarte atravesar por esa honestidad radical de quien mira su mente y sabe —al fin— que apenas ha comenzado a despertar.
Las preguntas que te duelen y te abren los ojos están aquí. No te asustes si alguna de ellas te revuelve. Justo ahí empieza tu milagro.
El corazón de la Lección: Atrévete a descubrir que tu vida es pasado
Hay certezas que incomodan. Y esta es una: la mente, tu mente, está atrapada en un ciclo de reinterpretación constante, viendo el mundo a través de la lente vieja del pasado. No ves lo que piensas que ves. Y tampoco piensas lo que creías pensar. Mira con humildad —reconoce que hasta ahora apenas has reaccionado a imágenes, no a la realidad—.
La importancia de estas preguntas no es retórica. Son la palanca. Cada una abre una grieta en tu defensa más dura: ese lugar donde insistes en tener razón, en defender tu drama, tu ideología, tu identidad de siempre. Si atraviesas estas preguntas, si no huyes de ellas —aunque te hagan rabiar o llorar—, empezarás a soltar la amnesia voluntaria que te mantiene quieta, quieto, en esa pequeña historia doliente y separada.
Porque, ¿de qué te sirve una vida nueva si no dejas atrás los viejos pensamientos? La Lección 8 no es fácil. Pero tampoco imposible. Solo pide honestidad y disposición a mirar. Y por eso, una a una, van las preguntas que te descolocan, te duelen, te abren. No las esquives. No las intelectualices. Mastícalas. Y deja que cada respuesta te zarandee un poco más.
1. ¿Qué significa realmente que “mi mente está absorbida con pensamientos del pasado”?
Respuesta
Literalmente, tu mente solo puede pensar en lo que ya ocurrió, en lo que interpretó, imaginó o juzgó alguna vez. Eso es todo lo que tienes en tu bolsa mental: memoria, imágenes, repeticiones de patrones antiguos. No hay pensamientos “nuevos” hasta que el ego se deshace y permites el acceso al instante presente.
“Esta idea es, obviamente, la razón de que veas únicamente el pasado. […] No es que simplemente veamos el pasado, que fue el tema de la lección 7, sino que solo vemos el pasado porque solo pensamos el pasado.”
Por qué es clave esta pregunta
Porque si te aferras a la idea de que ahora —justo ahora— estás viendo o pensando algo original, nunca empezarás a cuestionar el mecanismo de repetición. Vivirás en una burbuja donde crees decidir, pero solo repites.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Obsérvate. Reconoce cuándo una idea, reacción o juicio viene cargado de sabor a ayer, a infancia, a trauma, a nostalgia, a miedo.
- No idealices ningún pensamiento. Recuerda: todos, hasta los más sabios, si surgen de tu “yo separado”, nacen del pasado.
2. ¿Cómo me doy cuenta, realmente, de que sólo percibo el pasado?
Respuesta
Fácil: cada vez que interpretas una situación, un gesto, una palabra, te das cuenta de que tu cerebro busca recuerdos similares, referencias de experiencias previas. Cuando alguien te grita, no oyes ese grito: recompilas todos los gritos antiguos, todas las heridas acumuladas, y reaccionas igual que siempre.
Por qué es clave esta pregunta
Si no te pillas en ese acto, si no lo observas con honestidad, nunca podrás soltarlo. El apego no se desenrosca con teoría, sino con conciencia.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Hazlo juego: Cada vez que surja una emoción fuerte, pregunta: “¿A qué me recuerda esto?”
- Usa la frase literal: “Parece que estoy pensando en… pero mi mente está absorbida con pensamientos del pasado.”
- Permítete sorprenderte con la recurrencia de esos pensamientos.
3. Si sólo veo el pasado, ¿puedo fiarme de mis pensamientos y percepciones?
Respuesta
No, no puedes. Todo lo que crees saber o entender está viciado por tus experiencias pasadas y su interpretación, muchas veces errónea o insuficiente. El Curso insiste: tu guía interior, el Espíritu Santo, ofrece otra forma de ver que no depende de ese almacén de recuerdos.
Por qué es clave esta pregunta
Porque soltando la confianza ciega en lo que piensas o ves, abres espacio a algo radicalmente nuevo. Si sigues defendiendo tu percepción, blindas el pasado frente al presente.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Practica la duda abierta. La próxima vez que estés segurísima, segurísimo de algo, detente un segundo. “¿Y si he entendido todo esto mal?”
- Pregunta internamente: “¿Desde dónde estoy mirando, desde el pasado o desde la verdad?”
4. ¿Qué vínculo hay entre estos pensamientos del pasado y mi experiencia de culpa y miedo?
Respuesta
El ego utiliza los recuerdos dolorosos para mantenerte en estado de alarma: culpa por lo ya hecho, miedo ante un castigo que proyectas al futuro. Así, te “solidifica” en una identidad basada en errores pasados, temores y separaciones
Por qué es clave esta pregunta
Porque sin identificar esta triada (pecado-pasado, culpa-presente, miedo-futuro), jamás verás el mecanismo que fabrica sufrimiento de manera automática.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Cuando detectes culpa o miedo, pregúntate: “¿Qué recuerdo del pasado está activando esto?”
- No te castigues más: eligiendo mantener el pasado vivo, solo retrasas tu descanso.
5. Si los pensamientos del pasado son ilusiones, ¿por qué los sigo manteniendo?
Respuesta
Porque el ego necesita proteger su identidad, y para eso requiere un pasado que justifique tus heridas, tus posesiones, tus creencias, tu historia. Sin pasado, el ego muere: por eso te seduce con nostalgia, con dramatismo, con memorias que parecen insustituibles.
Por qué es clave esta pregunta
Reconocer voluntariamente el apego que tienes a tu pasado (y a las heridas, traiciones, amores, logros) es incómodo, pero imprescindible para soltarlo. Si no, tu “yo” se reforzará cada vez más.
Cómo debe afectar a tu práctica
- No pelees con el pasado, ni luches por olvidarlo. Mira con honestidad ese apego (“¿qué ganaría yo si suelto esto?”).
- Acoge la resistencia. Tu práctica es, justo, ver esa traba y no huir de ella.
6. ¿Cómo puedo dejar de identificarme con los pensamientos del pasado?
Respuesta
Empezando por distinguir entre el simple hecho de tener un pensamiento y el error de creerte ese pensamiento. Repite la frase: “Parece que estoy pensando en (nombre, situación, sensación), pero mi mente está absorbida con pensamientos del pasado.” Reconócelo sin rabia, como una confesión inocente.
Por qué es clave esta pregunta
Porque sólo puedes soltar lo que reconoces como ajeno. Si sigues creyendo que tus pensamientos-límite eres “tú misma, tú mismo”, serás prisionera, prisionero de ellos.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Practica un desapego amable: nota tus pensamientos surgir y pasa a otra cosa, sin pelear.
- Usa la vigilia: si surge un pensamiento doloroso, identifica su “sabor” a pasado y obsérvalo sin engancharte.
7. ¿Qué hago con la frustración o tristeza que surge al darme cuenta de este ciclo?
Respuesta
Esa emoción es parte de la sanación. Reconócete en el alivio y el dolor que conviven: “Vaya, llevo media vida dando vueltas a lo mismo, y ahora toca empezar otra vez y soltarlo todo…”. La tristeza marca que empiezas a soltar la vieja certeza; no la rehúyas
Por qué es clave esta pregunta
Porque mucha gente abandona ante la incomodidad emocional. O se autoengaña pensando que lo ha “trascendido” cuando sólo ha puesto una capa de indiferencia.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Date espacio: cada vez que notes tristeza por el pasado, pon la mano en el pecho y respira. Dite: “Toca sentir esto. Nada más.”
- No necesitas entender ni resolver ahora. Solo sentir lo que toca sentir.
8. Si el mundo que veo es pasado e ilusión, ¿qué hay entonces de real en mí?
Respuesta
Lo real —lo único real— es esa chispa que observa tus pensamientos y no se identifica con ellos. El Amor, tu Identidad profunda, la Presencia libre de tiempo y miedo. Eso nunca está en el pasado, ni depende de una historia. Todo lo demás es “cascarilla”
Por qué es clave esta pregunta
Si no tienes una referencia verdadera de lo real, te perderás en la pelea de ilusiones. Sin un ancla amorosa afuera del pasado, sólo puedes batallar con sombras.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Dedica unos segundos diarios a quedarte sin recuerdos, sin proyecciones. Un rato en silencio interior, aunque sea incómodo.
- Busca ese núcleo interior donde no hay historia ni futuro, y descansa unos granos de eternidad.
9. ¿Por qué cuesta tanto soltar los recuerdos “buenos” o las nostalgias agradables?
Respuesta
Porque el ego no sólo se aferra al dolor para mantenerte separada, separado. También usa lo placentero, la nostalgia del “mejor momento”, de las “épocas doradas”, para impedir que vivas aquí y ahora. Así, el pasado esconde el presente detrás de velos de supuesta belleza
Por qué es clave esta pregunta
El apego a lo placentero es una trampa igual de eficiente que el odio o el miedo. Si no la reconoces, jamás te vaciarás por completo para acoger el Instante Santo.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Cada vez que la mente huya hacia algo “mejor que el presente”, obsérvalo (“Estoy huyendo”).
- Acepta que el presente aún te da miedo, y que por eso prefieres esos recuerdos. No lo juzgues: míralo.
10. ¿Cómo sé que, al practicar esta lección, estoy avanzando auténticamente?
Respuesta
El cambio viene “como por detrás”: menos reactividad, menos ganas de juzgar, más facilidad para dejar pasar las emociones. De repente, notas que reaccionas menos, que dejas ir más rápido, que te pesa un poco menos la historia. No hay milagro de Hollywood: hay respiro, hay ligereza, hay un mirar sin tanta defensa
Por qué es clave esta pregunta
Porque el ego pedirá pruebas, diplomas, victorias claras. Pero aquí, el progreso es como la primavera: un día notas que los capullos ya estaban, antes de darte cuenta siquiera.
Cómo debe afectar a tu práctica
- No exijas nada al proceso. Mira con ternura cada avance, no gestiones tu transformación: déjala crecer sola.
- Si algún día no puedes, te bloqueas o recaes, date margen: el milagro es reincidir en la honestidad, no en la perfección.
Suelta tu pasado como quien se quita un abrigo ajeno
¿Escuece? ¿Enfada? Mejor. Eso significa que la vieja coraza empieza a resquebrajarse. Si un momento te duele, sonríe (sí, aunque sea una mueca): es el síntoma de que ya no vives completamente dormida, dormido.
No tienes por qué hacerlo perfecto. No vas a quedarte vacía, vacío, si sueltas el pasado. Solo más liviana, más disponible a la vida nueva que te espera. Porque “no somos lo que recordamos”, sino lo que somos ahora, sin historia que defender.
La siguiente lección te espera. Será tan incómoda, tan liberadora o tan transformadora como tú permitas. Deja que el milagro tire de ese hilo, no lo cortes ni pretendas controlar la trayectoria. Hoy basta con que te atrevas a volver a mirar tu mente y repetir —honesta, honestamente—:
“Mi mente está absorbida con pensamientos del pasado.”
Y después rendirte, una vez más, a la puerta que ese reconocimiento abre.
Test de autoindagación
INSTRUCCIONES
Este test está diseñado como una herramienta de autoindagación para acompañar la práctica de las lecciones. No se trata de aprobar ni reprobar, ni de demostrar conocimiento, sino de mirarte con honestidad y reconocer dónde te encuentras en tu proceso.
El test contiene 20 preguntas, cada una con tres posibles respuestas: A, B o C. Elige la opción que más se acerque a lo que realmente sientes o piensas, no la que creas que “deberías” responder. Aquí no hay respuestas correctas o incorrectas; lo importante es ser sincero contigo mismo.
Al final, podrás evaluar en qué punto estás y qué aspectos puedes seguir trabajando para avanzar en tu camino espiritual. Tómalo como una oportunidad para reflexionar y profundizar en tu práctica, no como un examen.
PREGUNTAS (Marca A, B o C en cada una)
