Despertando de la ilusión de la mortalidad
¿Alguna vez te has preguntado por qué le tememos tanto a la muerte? ¿Has considerado la posibilidad de que ese miedo no sea más que una ilusión, un truco de nuestra mente para mantenernos atados a una realidad limitada?
Imagina por un momento que pudieras liberarte de ese temor, que pudieras ver más allá de la aparente finitud de la vida y conectar con una verdad más profunda sobre tu existencia. Un Curso de Milagros nos invita a hacer precisamente eso: a cuestionar nuestra creencia en la muerte y a despertar a una realidad donde la vida eterna es nuestra verdadera naturaleza.
El origen de nuestra creencia en la muerte
Nuestra creencia en la muerte está profundamente arraigada en nuestra experiencia cotidiana. Vemos cuerpos envejecer, enfermar y morir. Experimentamos pérdidas y nos enfrentamos a nuestra propia mortalidad. Pero Un Curso de Milagros nos desafía a ver más allá de estas apariencias y a reconocer que nuestra creencia en la muerte es solo eso: una creencia, no una realidad absoluta.
“La muerte es un pensamiento que adopta muchas formas, a menudo no reconocidas. Puede manifestarse en forma de tristeza, miedo, ansiedad o duda; en forma de ira, falta de fe y desconfianza; preocupación por el cuerpo, envidia, así como en todas aquellas formas en las que el deseo de ser como no eres pueda venir a tentarte.” (T-27.VII.1:1-3)
Esta cita nos muestra que la creencia en la muerte no se limita al momento final de la vida del cuerpo. Se manifiesta en muchas formas de miedo y limitación que experimentamos a diario. Cada vez que nos sentimos ansiosos, inseguros o temerosos, estamos dando poder a la idea de la muerte.
La muerte como ilusión
El cuerpo y la mente
Un Curso de Milagros nos enseña que el cuerpo no es nuestra verdadera identidad. Es simplemente un vehículo temporal, una proyección de la mente. La muerte del cuerpo, por lo tanto, no significa el fin de nuestra existencia.
“El cuerpo no puede morir porque no puede vivir. No necesita pensamientos, y, de hecho, no piensa. No le ofrece nada a la mente ni tampoco recibe nada de ella. No es el que valora ni el que es valorado. No ve, oye ni siente.” (T-19.IV-C.5:2-6)
Esta perspectiva nos invita a reconsiderar nuestra identificación con el cuerpo. Si no somos nuestros cuerpos, ¿qué somos entonces? El Curso nos dirige hacia nuestra verdadera identidad como mentes, como espíritu, como parte de la creación eterna de Dios.
La eternidad del espíritu
La esencia de las enseñanzas del Curso sobre la muerte es que nuestra verdadera naturaleza es eterna. Como creaciones de Dios, compartimos Su naturaleza inmortal.
“Dios creó únicamente lo eterno, y todo lo que vive es eterno. El Hombre que Dios creó es tan perfecto como el Pensamiento perfecto que lo concibió. No hay contradicción en lo que es eterno, y lo que es eterno no puede morir.” (T-3.VI.4:1-3)
Esta perspectiva nos ofrece una visión radicalmente diferente de quiénes somos y de nuestra relación con la vida y la muerte. Nos invita a reconocer nuestra eternidad inherente y a liberarnos del miedo a la muerte.
Desmantelando la creencia en la muerte
El papel del ego
El Curso enseña que nuestra creencia en la muerte es una fabricación del ego, esa parte de nuestra mente que cree en la separación de Dios y en nuestra individualidad limitada.
“El ego valora sólo lo que arrebata. Esto lleva a la cuarta ley del caos, que, si las demás se aceptan, es inevitable: Crees que tienes lo que le has quitado a otro. Por eso, la única manera de poder tener es quitándoselo a alguien.” (T-23.II.9:3-5)
Esta “ley del caos” del ego nos mantiene en un estado constante de miedo y escasez. Creemos que debemos “arrebatar” la vida, luchar por ella, porque en cualquier momento puede sernos arrebatada. Esta creencia refuerza nuestra fe en la muerte y nos mantiene atados a un ciclo de miedo y sufrimiento.
El perdón como camino a la liberación
El Curso nos ofrece una poderosa herramienta para deshacer nuestra creencia en la muerte: el perdón. Pero no se trata del perdón en el sentido tradicional, sino de un cambio radical en nuestra percepción.
“El perdón es la llave de la felicidad. Liberaré todas las cosas que he juzgado y en lugar de ello las bendeciré.” (L-pI.121)
Perdonar, según el Curso, significa reconocer que lo que percibimos como ataques, pérdidas o muerte son en realidad proyecciones de nuestra propia mente. Al perdonar, liberamos nuestra mente de estas proyecciones y nos abrimos a una percepción más verdadera de la realidad, una realidad donde la muerte no tiene cabida.
Viviendo sin miedo a la muerte
Cambiando nuestra percepción
El proceso de liberarnos del miedo a la muerte implica un cambio fundamental en nuestra percepción. En lugar de ver la vida como algo frágil y limitado, empezamos a reconocer su naturaleza eterna e ilimitada.
“La muerte no existe. El Hijo de Dios es libre.” (L-pI.163)
Esta afirmación puede parecer radical, incluso imposible de creer al principio. Pero el Curso nos invita a considerarla como una posibilidad, a explorarla en nuestra experiencia diaria. ¿Cómo cambiaría tu vida si realmente creyeras que eres eterno, que la muerte no existe?
Práctica diaria
Para integrar esta nueva perspectiva en nuestra vida, el Curso nos ofrece prácticas diarias. Aquí hay algunos ejercicios que puedes intentar:
- Observa tus pensamientos de miedo y reconócelos como manifestaciones de la creencia en la muerte.
- Cuando te sientas ansioso o temeroso, recuerda: “Soy eterno. La muerte no existe.”
- Practica el perdón cada vez que te sientas atacado o juzgado.
- Medita sobre tu naturaleza eterna, visualizándote como una luz que nunca se apaga.
Estas prácticas nos ayudan a deshacer gradualmente nuestra creencia en la muerte y a alinearnos con nuestra verdadera naturaleza eterna.
Implicaciones en la vida cotidiana
Viviendo con propósito
Cuando empezamos a liberarnos del miedo a la muerte, nuestra vida adquiere un nuevo sentido y propósito. Ya no estamos motivados por el miedo a perder o la necesidad de acumular antes de que sea “demasiado tarde”.
“Tu tarea no es buscar el amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has construido contra él.” (T-16.IV.6:1)
Esta perspectiva nos libera para vivir con más autenticidad y amor. Nos permite enfocarnos en deshacer las barreras que hemos construido contra el amor, sabiendo que el amor es nuestra verdadera naturaleza y que es eterno.
Relaciones transformadas
Nuestra relación con los demás también se transforma cuando dejamos de ver la muerte como real. Ya no vemos a los demás como cuerpos separados y mortales, sino como expresiones eternas del amor de Dios.
“Cuando te unes a la mente de un hermano, niegas la separación. Esta es una manera de recordar a Dios. Olvidarse de las diferencias y mirar la luz es ver con los ojos de Cristo.” (T-12.VI.7:1-3)
Esta perspectiva nos permite relacionarnos desde un lugar de amor y unidad, en lugar de miedo y separación. Nos ayuda a ver más allá de las apariencias y a conectar con la esencia eterna en cada persona que encontramos.
Enfrentando el duelo y la pérdida
Una nueva perspectiva sobre la pérdida
Uno de los desafíos más grandes al aceptar que la muerte no existe es cómo manejar el duelo y la pérdida aparente de seres queridos. El Curso no niega nuestro dolor, pero nos ofrece una perspectiva diferente:
“La muerte es el sueño central del que nacen todas las ilusiones.” (M-27.1:1)
Esta enseñanza nos invita a ver la muerte no como un final, sino como parte de un sueño del que eventualmente despertaremos. No niega nuestro dolor, pero nos ofrece la esperanza de que la separación que experimentamos es temporal e ilusoria.
Sanando a través del perdón
El Curso nos enseña que podemos sanar nuestro dolor a través del perdón y del reconocimiento de nuestra unidad eterna con todos los seres:
“El perdón es la curación de la percepción de separación.” (T-3.V.9:1)
Perdonar, en este contexto, significa liberar nuestra creencia en la separación y la muerte. Al hacerlo, podemos experimentar una conexión más profunda con aquellos que creemos haber perdido, reconociendo que en realidad nunca estamos separados de ellos en espíritu.
Despertando a la vida eterna
El camino hacia la aceptación de que la muerte no existe es un proceso gradual de despertar. Requiere que cuestionemos profundamente nuestras creencias más arraigadas y que estemos dispuestos a ver el mundo de una manera radicalmente diferente.
“No busques fuera de ti mismo. Esa búsqueda implica que te falta plenitud interna y que temes contemplar tu ruina, por lo que prefieres buscar lo que eres fuera de ti mismo.” (T-29.VII.4:5-6)
Esta invitación final nos recuerda que la verdad sobre nuestra naturaleza eterna no se encuentra en el mundo exterior, sino dentro de nosotros mismos. Al volvernos hacia adentro, al cuestionar nuestras creencias limitantes y al abrirnos a una perspectiva más amplia de quiénes somos realmente, podemos comenzar a experimentar la libertad y la paz que vienen de saber que somos eternos.
La muerte no existe, lo que existe es nuestra creencia en ella. Y esa creencia, como todas las creencias, puede ser cambiada. Al hacerlo, nos liberamos para vivir plenamente, amar sin miedo y experimentar la alegría de nuestra verdadera naturaleza eterna.
Preguntas para la reflexión
- ¿Cómo cambiaría tu vida si realmente creyeras que eres eterno y que la muerte no existe?
- ¿De qué maneras has experimentado el miedo a la muerte en tu vida diaria? ¿Cómo podrías abordar esos miedos de manera diferente a la luz de estas enseñanzas?
- ¿Cómo podrías aplicar el concepto de perdón del Curso para sanar tus relaciones y tu percepción del mundo?
Reflexiona sobre estas preguntas y permite que te guíen hacia una comprensión más profunda de tu verdadera naturaleza eterna.