Descubre cómo la santificación te revela tu naturaleza divina y transforma tu percepción del mundo
A pesar de tus esfuerzos espirituales, ¿sigues sintiéndote separado de Dios y de los demás? A pesar de tus buenas intenciones, ¿caes una y otra vez en patrones de juicio y conflicto?
La santificación, tal como la enseña Un Curso de Milagros (UCDM), podría ser la pieza que falta en tu rompecabezas espiritual. En este artículo, exploraremos qué es realmente la santificación, cómo nos afecta personalmente y cómo podemos incorporarla en nuestras vidas diarias.
¿Qué es la Santificación según UCDM?
Para entender la santificación en este contexto, primero debemos comprender que esta perspectiva ve nuestra verdadera naturaleza de una manera radicalmente diferente a como solemos percibirnos.
Según esta enseñanza, todos somos seres inherentemente santos, creados a imagen y semejanza de lo Divino. La santificación, entonces, no es un proceso de volvernos santos, sino de recordar y aceptar la santidad que ya es nuestra esencia.
Esta idea encierra una profunda verdad: ya somos santos. No necesitamos convertirnos en algo que no somos, sino reconocer lo que siempre hemos sido.
El Propósito de la Santificación
El propósito de la santificación en UCDM es doble:
- Recordar nuestra verdadera identidad como Hijos de Dios
- Extender ese reconocimiento a todos los demás
La santificación no es algo que hacemos solo para nosotros mismos. Al reconocer nuestra propia santidad, inevitablemente comenzamos a ver la santidad en todos los demás. Es un proceso de despertar colectivo.
Cómo nos Afecta la Santificación Personalmente
Imagina que has vivido toda tu vida creyendo que eres un simple lápiz, limitado y destinado a ser usado y desechado. Ahora, imagina que un día descubres que en realidad eres una pluma de oro, valiosa, duradera y capaz de escribir historias infinitas. Así es como la santificación nos afecta: cambia fundamentalmente nuestra percepción de quiénes somos.
Algunos efectos personales de la santificación incluyen:
- Una profunda sensación de paz interior
- Liberación del miedo y la culpa
- Mayor capacidad para perdonar y amar incondicionalmente
- Una percepción transformada del mundo y de los demás
La santificación nos recuerda que nuestro despertar espiritual no es solo para nosotros mismos, sino que tiene un impacto profundo en todo el mundo. Al permitir que seamos santificados, nos convertimos en un instrumento de perdón y sanación para todos.
Nuestro perdón y amor se extienden más allá de nosotros mismos, contribuyendo a la transformación y santificación de toda la humanidad.
Esta perspectiva nos recuerda que nuestra santificación no es un acto egoísta. Al contrario, es el mayor regalo que podemos ofrecer al mundo, pues al reconocer nuestra propia santidad, estamos contribuyendo a la sanación y transformación de toda la humanidad.
¿Qué se Espera de Nosotros con Respecto a la Santificación?
UCDM no nos pide que nos esforcemos por ser santos. En cambio, nos invita a:
- Estar dispuestos a ver nuestra santidad
- Extender esa visión a los demás
- Permitir que el Espíritu Santo nos guíe en este proceso
La clave aquí es la disposición. No tenemos que hacer la santificación por nosotros mismos. De hecho, no podemos. Nuestro papel es simplemente estar dispuestos a ver de manera diferente y permitir que se nos muestre nuestra verdadera naturaleza.
Cómo nos Santificamos
El proceso de santificación en UCDM no implica rituales externos o prácticas ascéticas. Es un cambio interno de percepción. Aquí hay algunos pasos prácticos que podemos dar:
- Practica el perdón como lo enseña UCDM
- Cultiva la disposición a ver de manera diferente
- Entrega tus juicios al Espíritu Santo
- Reconoce la santidad en ti mismo y en los demás
- Permite que tus acciones fluyan desde este reconocimiento
La santificación se alcanza mediante el perdón, y el perdón es en sí mismo santo. Se enseña que es el remedio para todas las enfermedades, sean del cuerpo o del espíritu.
Esta idea subraya la importancia central del perdón en el proceso de santificación. El perdón, tal como se enseña en este curso, es la clave para reconocer nuestra santidad inherente y la de los demás.
El Papel del Espíritu Santo en la Santificación
Es crucial entender que no nos santificamos a nosotros mismos. Es el Espíritu Santo quien realiza este trabajo en nosotros. Nuestro papel es permitirle que lo haga, estar dispuestos a ver de manera diferente y seguir Su guía.
Imagina que eres una radio. La santificación es como sintonizar la frecuencia correcta. No tienes que generar la música tú mismo; solo tienes que estar abierto y sintonizado con la frecuencia del amor y la verdad que el Espíritu Santo está transmitiendo constantemente.
¿Cómo Santificamos a Otros?
La idea de “santificar a otros“ puede sonar presuntuosa, pero en el contexto de UCDM, tiene un significado específico. No se trata de hacer santos a los demás, sino de reconocer la santidad que ya está en ellos.
Aquí hay algunas formas en las que podemos “santificar“ a otros:
- Viendo más allá de sus errores y reconociendo su verdadera naturaleza
- Perdonando genuinamente, sin condiciones
- Tratando a todos con el mismo respeto y amor, independientemente de las apariencias
- Negándonos a ver a alguien como “pecador“ o “culpable“
cuando reconocemos la santidad en otra persona, estamos contribuyendo a la sanación de toda la humanidad. Cada acto de reconocimiento de la santidad en otro es un acto de sanación que se extiende más allá del individuo, afectando positivamente a todos.
La Santificación en la Vida Cotidiana
La santificación no es algo que ocurre solo en momentos de meditación o estudio. Es una práctica que podemos y debemos llevar a nuestra vida diaria. Aquí hay algunas situaciones cotidianas donde podemos practicar la santificación:
En el tráfico: En lugar de ver a los otros conductores como obstáculos o enemigos, reconoce su santidad.
En el trabajo: Ve a tus colegas y jefes como seres santos, independientemente de su comportamiento.
En las redes sociales: Resiste la tentación de juzgar y en su lugar, busca ver la santidad en cada publicación o comentario.
En los conflictos familiares: Recuerda que los desacuerdos no afectan la santidad inherente de cada miembro de la familia.
Frente al espejo: Practica ver tu propia santidad, más allá de las apariencias o los errores pasados.
Cada una de estas situaciones es una oportunidad para practicar la santificación y transformar nuestra percepción del mundo.
La Santificación como Camino de Transformación
La santificación, tal como la enseña UCDM, no es un estado que debamos alcanzar, sino una verdad que debemos recordar y aceptar. Es un camino de transformación que nos lleva de la percepción del ego a la visión del Espíritu Santo.
A medida que practicamos la santificación en nuestra vida diaria, comenzamos a experimentar un cambio profundo. El mundo que una vez parecía hostil y amenazante se revela como un reflejo de nuestro estado interno. Los “enemigos“ se convierten en maestros, los obstáculos en oportunidades, y cada encuentro en una invitación a recordar quiénes somos realmente.
Recuerda, la santificación no es algo que logras, sino algo que permites. Es un proceso de dejar ir las falsas creencias y percepciones que han nublado tu visión de la verdad. A medida que permites que el Espíritu Santo te guíe en este proceso, descubrirás una paz y una alegría que van más allá de todo entendimiento.
La invitación está ahí, esperando ser aceptada. ¿Estás dispuesto a ver la santidad en ti mismo y en todos los demás? ¿Estás listo para abrazar tu verdadera identidad como Hijo de Dios? El camino de la santificación te espera, ofreciéndote una nueva forma de ver y de ser en el mundo.
Preguntas para Reflexionar
- ¿En qué áreas de tu vida te resulta más difícil reconocer la santidad, ya sea en ti mismo o en los demás? ¿Qué creencias o juicios podrían estar bloqueando esta visión?
- Piensa en una situación reciente de conflicto o desacuerdo. ¿Cómo podría cambiar tu percepción de esa situación si vieras la santidad en todas las personas involucradas?
- ¿De qué manera podrías incorporar la práctica de la santificación en tu rutina diaria? ¿Qué pequeños pasos podrías dar para recordar y reconocer más frecuentemente tu propia santidad y la de los demás?