Soltar el peso de las interpretaciones para descubrir la verdad en ti
Inspirado en la Lección 2 del Libro de Ejercicios de Un Curso de Milagros
Eres inmensamente amada, amado. Antes incluso de que sientas confusión o incertidumbre frente a las cosas que te rodean, existe un amor perfecto que te envuelve, que te guía y que permanece inquebrantable. Este amor no necesita razones ni explicaciones, no necesita palabras ni pruebas para ser verdadero. Es tu sustento desde siempre.
Quizá en algunos momentos te has sentido desbordada o desbordado por una sensación de vacío, como si las cosas que ves y haces carecieran de sentido. Tal vez encuentras tu mirada posándose sobre lo que te rodea y surgen preguntas: ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué significa esto para mí? ¿Por qué se siente tan importante o tan irrelevante? Pero más allá de este ruido interno, Jesús y el Espíritu Santo te invitan a recordar algo eterno: la significancia verdadera no viene del mundo, viene del amor que llevas dentro.
Durante mucho tiempo has aprendido a dar significado a las cosas. Desde aquello que miras en tu entorno hasta las relaciones que forman parte de tu vida, el ego te ha enseñado a clasificar, a juzgar, a ver todo en función de lo que crees que te puede aportar o quitar. Has aprendido estructuras y etiquetas que parecen organizar una realidad a tu alrededor: Esto es bueno, esto es malo. Esto es importante, esto no lo es. Esto lo quiero, esto lo rechazo. Pero Jesús, con infinita compasión, te invita a soltar esta carga, a detenerte un instante y preguntarte: ¿Realmente todo este significado que le he dado a las cosas refleja la verdad?
La verdad es que nada tiene un significado separado del propósito que el amor le asigna. Cada objeto, cada situación, cada momento únicamente refleja el uso que tu mente le ha dado: el propósito del perdón o el de la separación. El ego, con su sistema de pensamiento lleno de miedo y juicio, intenta constantemente convencerte de que algunas cosas son vitales para sentirte en seguridad o feliz. Pero al hacer esto, mantiene tu atención en lo externo y la aleja de aquello que verdaderamente importa: el Amor de Dios, que yace intacto en tu interior.
Todas estas interpretaciones que has aprendido, todas las etiquetas que colocaste sobre lo que ves y experimentas, son barreras que te impiden ver la luz detrás de las formas. Jesús no te pide que rechaces lo que ves ni que juzgues tus elecciones pasadas. No hay culpa alguna en aprender sistemas de pensamiento que parecen sostenerte. Él simplemente te recuerda que puedes soltar el esfuerzo por encontrar significado en lo externo y permitir que la verdad sea revelada desde tu corazón.
Es natural que sientas apego por algunas cosas y resistencia hacia otras. Es humano haber aprendido a amar ciertas formas del mundo y rechazar otras. Pero el acto de observar sin juicio, de soltar la necesidad de clasificar y decidir qué es más importante, abre tu mente a una nueva sensación de libertad. Te encuentras frente a un resplandor interior que no depende de lo que miras, sino de cómo eliges mirar.
Cuando miras objetos, personas o situaciones y te sientes atrapada o atrapado en juicios —quizás pensando que algo es mejor o peor, más valioso o menos significativo— puedes detenerte un instante y recordar que todo lo que ves recibe su significado de ti, no porque realmente sea importante, sino porque ha sido interpretado así desde la perspectiva del ego. Jesús te dice con suavidad: No te aferres al significado que le has dado a las cosas. Esto no define quién eres ni altera tu verdad.
El esfuerzo por mantener estas interpretaciones puede parecer agotador. Quizás en algunos momentos te sientes cansada o cansado, como si estuvieras en una lucha constante por encontrar orden y sentido donde parece haber caos. Pero Jesús te recuerda que este esfuerzo no es necesario. No necesitas buscar significado en cada detalle ni esforzarte por entender todo lo que ves. Todo esto puede ser entregado al Espíritu Santo. Él tomará tus interpretaciones y las transformará en herramientas para tu despertar, borrando las barreras que te impiden ver la paz detrás del velo.
Cuando permites que el significado que le diste a las cosas se disuelva, comienzas a ver con nuevos ojos. Todo, desde lo más pequeño hasta lo más grande, se convierte en un reflejo de una misma verdad: el amor que te sustenta. Ya no necesitas clasificar ni analizar, comparar ni juzgar. Los objetos pierden su aparente importancia, y con ello, el peso que parecía llevar cada decisión y cada paso. Lo único que queda es la calma de saber que estás guiada, guiado, amada, amado y sostenida, sostenido en todo momento.
Jesús te acompaña en este proceso con infinita paciencia, guiando tu mirada hacia la paz que siempre estuvo dentro de ti. No importa cuánto hayas dado significado a lo externo ni cuántas interpretaciones aún te cueste soltar. Él te invita, con total dulzura, a recordar que detrás de cada imagen se encuentra la misma oportunidad de ver el perdón y la unidad.
Eres inmensamente amada, amado en este recorrido. No necesitas entender todo de inmediato ni desprenderte de cada apego de un día a otro. Lo único que se te pide es estar dispuesta o dispuesto a mirar todo lo que te rodea con un corazón abierto, confiando en que el verdadero significado se revelará cuando elijas ver con los ojos del amor.
Es posible que algunos días sientas que el peso de tus interpretaciones es demasiado grande. Tal vez hay objetos, personas o situaciones que todavía parecen cargar un valor especial. Cuando esto ocurra, no te juzgues ni te reproches. Permite que Jesús te recuerde, con infinito amor: Todo está bien. Cada paso que das en este proceso es perfecto. Tú ya estás sostenida, sostenido.
El camino al amor es un sendero lleno de gracia, no de esfuerzo. No necesitas forzar nada ni luchar contra tus percepciones. Solo necesitas confiar en que estás siendo guiada, guiado hacia una verdad que te liberará de todas las cargas, hacia una paz que no puede ser perturbada por nada externo.
Hoy, puedes mirar tu entorno y recordar que el significado que le diste no puede alterar la luz perfecta en ti. Puedes soltar el juicio y la tensión, permitiéndote descansar en la certeza de que el Amor de Dios abarca todo lo que alguna vez pareciera importante o insignificante.
Sé amable contigo misma, contigo mismo mientras recorres este camino. Jesús camina contigo, transformando cada interpretación, cada mirada y cada pensamiento en herramientas para que la verdad sea revelada. Todo lo que necesitas ya está en ti. Todo lo que buscas ya eres.
Confía en este proceso. Confía en que eres guiada, guiado hacia un recuerdo cada vez más claro de que la paz y el amor siempre están disponibles para ti.