
LECCIÓN 6: Estoy disgustado porque veo algo que no está ahí.
Lección 6 del Libro de Ejercicios de UCDM
¿Alguna vez has sentido esa punzada incómoda en el pecho —ese malestar sordo, esa rabia ni demasiado fuerte ni demasiado débil— y has jurado saber exactamente quién, qué o por qué lo provoca?
Y, sin embargo, al volver a pensarlo, algo no encaja. Quizá, como quien busca bajo las sábanas y no encuentra nada, te preguntas: “¿Dónde está de verdad la raíz de mi disgusto? ¿Por qué a veces todo me perturba igual, aunque lo niegue?”
En la lección anterior, apenas asomamos la cabeza: “Nunca estoy disgustado por la razón que creo.”, recordaba Jesús en ese susurro que nunca sabe de jerarquías. Con ello, la madeja comenzó a tirar de sí sola. Pero esta vez —al abordar la Lección 6 de UCDM “Nunca estoy disgustado por la razón que creo.”— el paso es mucho más salvaje: lo que me perturba ni siquiera existe… Ha sido una invención, una sombra proyectada, un espejismo.
¿Miedo a quedarte sin excusas? ¿Terror a quedarte también sin “culpables”? Bienvenida, bienvenido al corazón de la práctica. Porque si logras mantener la mirada y permitirte dudar, la promesa de paz empieza a dejar de ser un sueño y a convertirse en sustancia.
¿Te atreves a poner en duda todas tus razones para el disgusto? ¿Te permites dejar de ser la heroína, el héroe, de mil batallas contra gigantes invisibles? Antes de salir huyendo ante el vértigo, elige: cuestionar, preguntar. Solo quien pregunta consigue abrir una rendija nueva a la luz.
Una mente honesta se desnuda preguntando —si dejas el corazón en las respuestas, el milagro ya está a medio camino.
Por qué importa desmontar el teatro del disgusto
¿Se puede vivir de la misma manera cuando aceptas que lo que ves no es más que un eco de tu mente? ¿Quién serías, si reconocieras por fin que tu malestar no proviene de fuera, sino de dentro, y que ninguna ofensa, por hiriente que parezca, tiene vida propia si no la alimentas tú?
Eso es lo que expone la lección de hoy, sin adornos ni anestesia: “Estoy disgustado porque veo algo que no está ahí”. Y no, no se trata de negar lo obvio ni de forzar sonrisas budistas. Es una invitación a dejarte de cuentos, de “es que me han hecho”, de “es que esto sí me afecta porque es verdad”. La pregunta de fondo es otra: ¿quieres la razón o la paz? ¿Prefieres las pruebas del dolor o el riesgo de quedarte sin pretextos ante la vida?
El texto lo dice sin rodeos: Lo que crees ver solo es una proyección de un pensamiento en tu mente, y este pensamiento, de separación de Dios, tampoco está allí”. Lo que suele hervirnos la sangre, lo que hacemos “problema”, ni siquiera tiene existencia independiente. Es humo. Fantasía. Una película que la mente ha decidido creer.
¿Pero cómo probar que algo tan radical puede ser cierto? ¿No será autoengaño, negación, peligroso falsismo? Por eso, antes de pasar página o de buscar la distracción, plantéate: ¿qué cambiaría si, aunque sólo fuese por un respiro, reconocieses que el origen de tu disgusto nunca estuvo afuera?
La honestidad ante esta pregunta transformaría mucho más que cualquier autoayuda fugaz.
Diez preguntas para deshacer el enredo
No le temas a la duda. Hazle sitio. A continuación, comparte conmigo (y contigo) las preguntas que ninguna mujer u hombre que estudia esta lección debería dejar sin respuesta. No para encontrar argumentos, sino para dejarte traspasar por la herida y la posibilidad de sanar.
1. ¿Qué significa realmente “Estoy disgustado porque veo algo que no está ahí”?
Respuesta
No es poesía. No es siquiera metáfora. Es un diagnóstico radical: lo que te molesta —sea una mirada, una llamada perdida, una factura o la memoria de una tarde de noviembre— no está ahí fuera, no existe salvo en tu mente.
“Lo que está disgustándome está dentro de mí, no fuera. No hay nada fuera de mí. Lo que creo ver solo es una proyección de un pensamiento en mi mente, y este pensamiento, de separación de Dios, tampoco está allí”.
Por qué es clave esta pregunta
Porque si no te atreves a mirar de frente el hecho de que el mundo es proyección, seguirás culpando a la vida, a los demás, a los objetos, a la suerte. Y, así, afianzas tu propia condena.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Hazte la pregunta cada vez que notes cualquier malestar, por insignificante que sea.
- Pregúntate: ¿Estoy dispuesta, dispuesto a asumir que esto sólo tiene fuerza porque yo quiero verlo?
- No busques analizar, sólo observa el hecho desnudo.
2. ¿Por qué no hay “nada” fuera de mí?
Respuesta
El curso, dice sin medias tintas: el mundo es una fabricación mental. No hay mundo externo independiente de tu estado interior. Todo lo que crees ver son los pensamientos —conscientes e inconscientes— de tu mente proyectados fuera.
Por qué es clave esta pregunta
Sin este giro de percepción, te quedarás atrapada, atrapado en la idea de que la solución a tus disgustos es cambiar el exterior y no la mente que proyecta.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Cuando surja miedo, culpa o rabia, detente: “Esto es mío, no del otro”.
- Permítete la osadía de colocar en duda lo que ves, al menos por un instante.
- Observa tu tendencia a buscar razones “externas”.
3. ¿Cómo identifico los pensamientos de disgusto en mi propia mente (sin culpar fuera)?
Respuesta
Comienza por cualquier emoción de perturbación, por leve que sea. No la racionalices. Haz la búsqueda mental: ¿qué pensamiento lo precursa? ¿Qué historia cuentas para justificar el malestar? ¿A quién culpas?
No hay disgustos pequeños, dice la lección: “Todos perturban mi paz mental por igual”.
Por qué es clave esta pregunta
Si no eres capaz de descubrir el origen mental de tu disgusto, seguirás alimentando la ilusión de que los males vienen de otros.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Haz pausas para examinar cualquier “punzada” emocional.
- Escríbelo si te ayuda: “Estoy disgustada, disgustado porque veo algo que no está ahí”.
- Observa sin culpa. Este es el primer resquicio de luz.
4. ¿Por qué es esencial considerar todos los disgustos como iguales?
Respuesta
El ego clasifica: “Esto sí me afecta, esto no”. “Este dolor es legítimo, este no”. Pero “No hay disgustos pequeños. Todos perturban mi paz mental por igual. … Para los efectos de estos ejercicios, pues, las consideraré a todas como si fuesen iguales”.
Por qué es clave esta pregunta
Las jerarquías mantienen vivo el autoengaño. Si dejas disgustos “especiales”, perpetúas la escisión interna. La paz sólo puede ser total si su alcance es radical —si no hay excepciones.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Incluye tanto el atasco de tráfico como el luto antiguo; la enfermedad y la incomodidad tonta.
- Si te niegas a tratar un disgusto como cualquier otro, observa la resistencia sin bronca.
- Atrévete a poner el mismo empeño en soltar lo “grande” y lo “pequeño”.
5. ¿Qué significa buscar mentalmente el origen del disgusto?
Respuesta
No se trata sólo de analizar emociones sino de “un minuto más o menos de búsqueda mental, seguido de la aplicación de la idea a cada pensamiento de disgusto descubierto en dicha búsqueda”.
Por qué es clave esta pregunta
Esta búsqueda es el laboratorio de la mente. Sin ella, la lección se vuelve mera teoría.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Dedica espacios breves, pero absolutos, de honestidad contigo.
- Haz listas mentales o escritas de lo que te saca de quicio.
- No dejes pasar ni los reclamos más camuflados.
6. ¿Qué pasa si me resisto a aplicar esta lección a algún disgusto concreto?
Respuesta
Jesús insiste en dos recordatorios. “No hay disgustos pequeños” y “No puedo conservar esta forma de disgusto y al mismo tiempo desprenderme de las demás”. La resistencia no es mala señal: sólo muestra apego a una justificación, miedo a perder el sentido de identidad.
Por qué es clave esta pregunta
Porque el ego te convencerá de que ciertos disgustos deben guardarse, son “pruebas” de tu derecho a estar enfadada, enfadado. Es la trampa más común.
Cómo debe afectar a tu práctica
- No fuerces, pero tampoco justifiques: reconoce la resistencia.
- Pregúntate: ¿Qué temo perder si suelto este disgusto?
- Entrega la resistencia al Espíritu Santo, sin tratar de racionalizarla.
7. ¿Por qué pedir que la idea se use a lo largo del día, no solo en breves sesiones?
Respuesta
“Conviene aplicar la idea de hoy a cualquier cosa que parezca disgustarte, y puede usarse provechosamente durante el transcurso del día con ese propósito”. No basta con practicar en momentos elegidos. La vida real es el taller.
Por qué es clave esta pregunta
Porque toda transformación verdadera ocurre en la cotidianeidad, ahí donde surgen los clics y las incomodidades espontáneas.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Haz de cada irritación, miedo o juicio, una ocasión para aplicar la idea.
- La presencia atenta —más que cantidad de repeticiones— es lo que deshace el hábito viejo.
- Permítete la pereza; a veces, sólo recordar la invitación es suficiente.
8. ¿Qué significa que una ilusión crea sólo ilusiones?
Respuesta
Las percepciones son proyecciones de pensamientos que en sí mismos son ilusiones. ¿Qué puede engendrar una ilusión sino más ilusiones?. Si reaccionas a un disgusto como si fuese real, sólo refuerzas la mentira y, al hacerlo, cada reacción alimenta la siguiente cadena de dolor ficticio.
Por qué es clave esta pregunta
Hasta que no veas que cada reacción refuerza el lodo, te quedas atrapada, atrapado en una realidad autocreada, sin salida.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Rompe el círculo de la proyección: detente, respira, mira si tu reacción está construida sobre una ilusión previa.
- No busques resolver la ilusión, sino soltar su peso.
9. ¿Cómo ayuda esta lección a mi verdadera transformación espiritual?
Respuesta
Si, poco a poco, vas viendo cómo cada disgusto es sólo un eco de una ilusión, te vas liberando de la culpa, el ataque, el juicio; y vas haciendo hueco a la paz que no depende de causas externas.
Por qué es clave esta pregunta
Si no comprendes la finalidad, te frustrarás con la práctica buscando sólo alivio temporal.
Cómo debe afectar a tu práctica
- No te obsesiones con el resultado, sino con el proceso: hoy basta con ver un poco más claro el origen interno del disgusto.
- Aprecia cada instante de honestidad, no importa la brevedad.
- Recuerda: este camino es de perdón diario, no de perfección.
10. ¿Qué hacer si todo esto choca frontalmente con lo que siento cada día?
Respuesta
La resistencia es inevitable. El Curso lo sabe y no espera que contestes con sumisión sino con apertura. Si ves que hay conflicto, úsalo para profundizar en la búsqueda mental y entregarlo al Espíritu Santo.
Por qué es clave esta pregunta
El conflicto entre el entendimiento intelectual y la vivencia emocional es el campo real de transformación. Si niegas tu resistencia, sólo la soterras.
Cómo debe afectar a tu práctica
- Usa cada choque como motivo de indagación, no de auto-culpa.
- Reconócete falible, en camino, digna y digno de ternura también cuando no logras practicar bien.
- Hazte aliada, aliado de tu dificultad, no enemiga o enemigo de tu supuesta torpeza.
La alquimia íntima de la honestidad
Si has llegado hasta aquí, si alguna de estas preguntas ha calado o ha rozado el vértigo, entonces estás, de verdad, en el umbral de una transformación nada espectacular pero sí real y posible.
Ya no hace falta seguir buscando lejos. La invitación está servida: no a negar lo que sientes, sino a mirar de frente su raíz, a dejar de alimentar las películas mentales con viejos guiones de ataque y defensa.
¿Quién serías —cómo serías— si pudieras mirar a cada rostro, a cada objeto, incluso a tu propio cansancio y a tu fragilidad, y decir: “Estoy disgustada, disgustado porque veo algo que no está ahí”?
¿Quién quedaría si decides mirarlo todo sin añadir culpa, defensa, rabia ni justificación? No se trata de ganar nada, ni de vencer a nadie, ni de conseguir medallas espirituales. Es tan simple y tan revolucionario como permitirte estar en paz allí donde siempre creías que era imposible.
Haz el intento hoy —y mañana, y pasado—. Sé indulgente contigo. Rompe la trampa de la perfección, celebra cada milímetro de claridad, cada instante donde decides no alimentar el malestar, aunque sea por cansancio, por aburrimiento, o por curiosidad. Lo demás se irá dando, de dentro afuera, como cuando dejas de barrer la arena en mitad del desierto y te sientas simplemente a sentir el aire.
Deja que la lección siguiente se encargue de guiar el próximo paso. Por hoy, suelta el látigo y decide creer, aunque sea por un minuto, que ninguna ofensa tiene el poder de perturbarte si no la eliges. La paz viene sin ruido, sin gloria. Pero cuando asoma, nadie la cambiaría por nada en el mundo.
Sigue adelante. Esta pregunta —la más incómoda y la más liberadora— te espera cada vez que te atreves a mirar adentro.
Test de autoindagación
INSTRUCCIONES
Este test está diseñado como una herramienta de autoindagación para acompañar la práctica de las lecciones. No se trata de aprobar ni reprobar, ni de demostrar conocimiento, sino de mirarte con honestidad y reconocer dónde te encuentras en tu proceso.
El test contiene 20 preguntas, cada una con tres posibles respuestas: A, B o C. Elige la opción que más se acerque a lo que realmente sientes o piensas, no la que creas que “deberías” responder. Aquí no hay respuestas correctas o incorrectas; lo importante es ser sincero contigo mismo.
Al final, podrás evaluar en qué punto estás y qué aspectos puedes seguir trabajando para avanzar en tu camino espiritual. Tómalo como una oportunidad para reflexionar y profundizar en tu práctica, no como un examen.
PREGUNTAS (Marca A, B o C en cada una)
