Artículo inspirado en las enseñanzas de la Lección 1 del Libro de Ejercicios de UCDM.
Soltar tus creencias no es difícil… hasta que intentas hacerlo
Raúl siempre tenía prisa. Cada mañana, mientras conducía hacia el trabajo, el semáforo de la esquina era su némesis. Cuando estaba en rojo, lo miraba casi con resentimiento, como si ese simple objeto se confabulara contra él. Entre suspiros decía: “Los semáforos me odian”.
Pero una mañana, mientras esperaba frustrado, algo extraño ocurrió. De repente, vio gente cruzando tranquila, una hoja cayendo al suelo, una paloma descansando en el bordillo. Y pensó: “¿Y si el problema no fuera el semáforo?“
Esa sensación inicial, de que algo estaba fuera de lugar en su forma de pensar, se convirtió en una puerta hacia un cambio profundo. Porque Raúl no sabía que estaba atrapado en una jerarquía de valores creada por su mente, una que no necesitaba existir.
¿Y tú? ¿Cuántos “semáforos” hay en tu vida que te frustran sin motivo real? Quizá ha llegado la hora de mirar más allá.
¿Qué significa “generalizar” y por qué es tan revelador?
Todos vivimos rodeados de miles de cosas, personas y situaciones a las que damos significados diferentes: tu móvil puede parecerte más importante que tu cuaderno, o la opinión de tu jefe puede pesar más que la de un amigo cercano. Pero, ¿y si te digo que estas diferencias no son reales?
En el contexto de Un Curso de Milagros, generalizar significa dejar de ver esas diferencias y transferir lo que aprendes en un área a todas las demás. Es entender que el mismo miedo, juicio o conflicto que sientes hacia tu jefe es igual al que tienes con el vecino que dejó basura en tu puerta. Nada tiene un significado intrínseco; todo emana del mismo sistema egoísta de separación.
Jesús lo explica de forma clara: practicar la generalización nos permite ver más allá del caos del ego y experimentar la unidad que hay detrás de todo.
El ego: construyendo su “montaña rusa de prioridades”
¿Por qué el ego insiste en crear jerarquías? Porque es su forma de mantenernos atrapados. El ego se alimenta del conflicto, la especialidad y la comparación:
- “Esto es más importante.”
- “A él le quiero más que a ella.”
- “Sin esa cosa no soy feliz.”
Pero aquí está la verdad: todo lo que el ego señala como especial o diferente es solo una ilusión. Esa camiseta favorita no tiene más valor que el jersey olvidado en el fondo del armario. Y ese miedo a una llamada del jefe no es diferente del temor a una discusión familiar.
El problema es que estamos tan acostumbrados a creer estas diferencias que vivimos en un vaivén emocional constante. Es como subirte a una montaña rusa construida por el ego: un día estás arriba porque algo fue “mejor”, al siguiente caes porque algo fue “peor”.
¿No te cansa?
Rompiendo el hechizo: el poder de la percepción unificada
Generalizar rompe esta montaña rusa. Es un acto de liberación:
Cuando aprendes a transferir tu aprendizaje a cualquier situación, empiezas a ver que todo lo que percibimos es igual, simplemente reflejos de una misma mente dividida.
Nada tiene un significado inherente. Todo lo carga tu mente.
Por ejemplo, la primera lección del Libro de Ejercicios: “Nada de lo que veo tiene significado”. Es una invitación a soltar esa necesidad de “etiquetar” todo, porque al final esas etiquetas no hacen más que reforzar el caos del ego.
Y esto no es un juego teórico. Cuando practicas con consistencia, tu mente empieza a despejarse. El caos se reduce. Y entonces experimentas algo que el ego jamás podrá darte: paz.
¿Cómo puedes empezar a practicar la generalización?
Aquí tienes un plan sencillo para aplicar este principio diariamente:
Abre los ojos a tus juicios cotidianos
Fíjate en cómo ves a las cosas o personas de forma desigual. Quizá pienses que tu coche es “especial” o que “nunca conseguirás llevarte bien con tu compañero de trabajo”. Este es el ego en plena acción, creando diferencias.
Rompe el automatismo con precisión
El Libro de Ejercicios de Un Curso de Milagros te pide trabajar con “gran precisión”. Esto no significa obsesionarte, sino ser consciente. Cada vez que notes jerarquías, repite mentalmente algo como: “Esto no tiene un significado especial. Lo que sugiere el ego no es real.”
No excluyas nada
La trampa del ego radica en dejar cosas “fuera de tu práctica”. Quizá pienses: “Vale, entiendo que ese coche no es importante, ¡pero mi familia sí lo es!”. Practica no excluir nada ni a nadie. Tampoco es fácil, pero ese es precisamente el trabajo.
Practica con suavidad
Esto no va de castigarte. Jesús no espera perfección instantánea. Más bien, quiere que abordes esta práctica con humildad y paciencia.
Permite que el Espíritu Santo te guíe
No tienes que hacerlo solo/a. Puedes pedir ayuda al Espíritu Santo siempre que sientas resistencia. Su visión trae claridad y una percepción unificada.
Reflexiona: ¿Qué pasaría si soltaras tus creencias?
- ¿Por qué crees que unas cosas o personas son “más importantes” que otras?
- ¿Cómo cambiaría tu vida si todo lo que ves careciera de significado intrínseco?
- ¿Qué te detiene a abandonar estas jerarquías de valor?
Cuanto más profundamente explores estas preguntas, más consciente te harás de cómo el ego te mantiene atrapado en sus ilusiones.
Tu reto: Diario de la “no-especialidad”
Plantéate llevar un diario. Al final del día, analiza:
¿Qué situaciones o personas experimentaste como “más importantes” que otras?
Practica generalizar. Aplica la frase: “Esta situación/persona carece de significado intrínseco. Solo refleja mi mente.”
Anota cómo te sientes y si notas algún cambio en tu percepción o emociones.
Revisa tu avance. La clave no es que todo esté “perfecto”, sino crear un hábito que te permita ampliar tu práctica más y más.
Una nueva manera de vivir
Practicar la generalización es como abrir una ventana en una habitación en penumbra. El aire fresco entra, las cortinas bailan, y de repente ves las cosas como realmente son: sin jerarquías, sin diferencias.
Y ¿sabes qué es lo mejor? Que en cuanto dejas de etiquetar todo con urgencia, la vida empiezas a disfrutarla más. Recuerda que no estamos aquí para sufrir con los semáforos ni para obsesionarnos con lo “especial”. Estamos aquí para encontrar la paz.
¿Cómo vas a empezar a practicar hoy?