Nuestra reflexión
¿Quiénes son realmente los maestros de Dios? Quizás te hayas preguntado si tú podrías ser uno de ellos, o tal vez pienses que es un título reservado para unos pocos elegidos. Permítenos decirte que la respuesta puede sorprenderte.
Un maestro de Dios es, sencillamente, cualquiera que decide serlo. No se requieren credenciales especiales, ni años de estudio, ni una vida de santidad. Lo único necesario es haber tomado una decisión: la de ver tus intereses como los mismos que los de alguien más. ¿No es fascinante? En ese simple acto de unión, de reconocer tu unidad con otro, te conviertes en un canal para la enseñanza divina.
Pero no te confundas, esta decisión no es algo trivial. Es un cambio fundamental en tu percepción del mundo y de ti mismo. Es el momento en que respondes a la Llamada universal que resuena en cada rincón de la creación. Esa Llamada, que no es otra cosa que la voz del Espíritu Santo en tu mente, te invita constantemente a despertar, a recordar tu verdadera identidad como Hijo de Dios.
Ahora bien, puede que te preguntes: “¿Y cómo sé si he respondido a esa Llamada?“ La respuesta es simple: si estás leyendo esto, si te has acercado al Curso, si has sentido aunque sea por un instante que debe haber algo más allá de este mundo de separación, ya has comenzado a responder. Cada pequeño paso que das hacia el amor y lejos del miedo es una respuesta a esa Llamada.
No obstante, el Curso nos advierte que aunque muchos oyen la Llamada, pocos responden. ¿Por qué crees que es así? Quizás porque responder implica soltar, dejar ir nuestras viejas creencias, nuestros juicios, nuestro apego a la separación. Requiere valentía mirar de frente nuestros miedos y decidir que ya no queremos vivir en ellos.
Cada maestro de Dios comienza como una sola luz, pero con la Llamada en su centro, se convierte en una luz que no puede limitarse. ¿Puedes imaginar el poder de esa luz? Es la luz del perdón, la luz del amor que disipa toda oscuridad. Y lo más hermoso es que cada uno de nosotros tiene el potencial de ser esa luz.
El Curso nos dice que cada maestro de Dios ahorra miles de años tal como el mundo juzga el tiempo. Esto no significa literalmente que acortemos el tiempo cronológico, sino que aceleramos el proceso de despertar colectivo. Cada acto de perdón, cada momento en que elegimos el amor sobre el miedo, acerca más al mundo entero a su liberación.
Tu curso como maestro de Dios es único. No hay dos iguales, porque cada uno de nosotros tiene sus propias lecciones que aprender y enseñar. Sin embargo, el contenido siempre es el mismo: “El Hijo de Dios es inocente, y en su inocencia está su salvación“ . Esta es la verdad que estamos aquí para recordar y ayudar a otros a recordar.
No importa cómo enseñes esta verdad. Puede ser con palabras o sin ellas, con acciones o con pensamientos, en cualquier idioma o sin idioma (M-1.3:6). Lo que importa es la intención detrás de tu enseñanza, el amor que la motiva.
Recuerda que al responder a la Llamada, te has convertido en un salvador (M-1.3:8). Has visto a alguien más como a ti mismo, y en ese acto de reconocimiento, has encontrado tu propia salvación y la del mundo (M-1.3:9-10). Con cada elección de amor, con cada perdón, con cada momento de paz que compartes, el mundo renace contigo.
Así que no subestimes tu papel como maestro de Dios. No pienses que es algo reservado para otros más “avanzados“ o “espirituales“. Tú, exactamente como eres ahora, con tus dudas y tus miedos, con tus aciertos y tus errores, eres un maestro de Dios en potencia. Solo necesitas estar dispuesto a ver de manera diferente, a elegir el amor una y otra vez.
Recursos para tu estudio personal
Preguntas para reflexionar
Dedica un momento de calma para reflexionar sobre estas preguntas. Te ayudarán a interiorizar las enseñanzas de la sección:
- ¿Cómo puedo aplicar el concepto de “maestro de Dios” en mi vida diaria, especialmente en mis relaciones más desafiantes?
- ¿De qué manera mis interacciones cotidianas me ofrecen oportunidades para enseñar y aprender los principios del Curso?
- ¿Qué cambios de percepción necesito hacer para ver la inocencia en todos, incluso en aquellos que me han “herido”?
Ejercicio práctico
Practica este sencillo ejercicio para que puedas consolidar las enseñanzas aprendidas en esta sección:
Durante una semana, lleva un diario de tus interacciones diarias.
- Al final de cada día, reflexiona sobre cómo cada interacción te ofreció una oportunidad para enseñar o aprender.
- Identifica momentos en los que elegiste la percepción del Espíritu Santo en lugar de la del ego.
- Anota cómo podrías haber respondido diferente en situaciones desafiantes para alinearte más con tu papel como maestro de Dios.
- Al final de la semana, revisa tus anotaciones y observa patrones o insights que hayas obtenido.
Principios fundamentales
- Cualquiera puede ser un maestro de Dios.
- La enseñanza ocurre principalmente a través de las relaciones.
- Ser maestro implica un cambio de percepción.
- Todos somos tanto maestros como estudiantes.
- El propósito es extender el mensaje del Espíritu Santo.
- No hay jerarquía entre los maestros de Dios.
- La decisión de ser maestro es consciente y voluntaria.
Conceptos clave
Elección consciente: Convertirse en maestro de Dios es una decisión deliberada de escuchar al Espíritu Santo y compartir Su mensaje.
Intereses compartidos: Los maestros de Dios reconocen que sus intereses no están separados de los de los demás, lo cual es fundamental para su enseñanza.
Percepción sanada: Los maestros aprenden a ver más allá de las apariencias, reconociendo la inocencia en todos y en todas las situaciones.
Propósito unificado: Los maestros reconocen que todos compartimos el mismo interés de despertar del sueño de la separación.
Enseñanza a través del ejemplo: La enseñanza ocurre principalmente a través de la demostración y el ejemplo, no necesariamente a través de palabras.
Dedica 15-20 minutos cada noche a este ejercicio.
Glosario
Maestro de Dios: Cualquier persona que elige escuchar al Espíritu Santo y compartir Su mensaje.
Percepción sanada: La capacidad de ver más allá de las apariencias y reconocer la inocencia en todos.
Intereses compartidos: El reconocimiento de que nuestros intereses no están separados de los de los demás.
Enseñanza a través del ejemplo: La forma principal de enseñanza en el Curso, que ocurre a través de la demostración y no necesariamente a través de palabras.
Elección consciente: La decisión deliberada de escuchar al Espíritu Santo y convertirse en un maestro de Dios.