La paradoja de UCDM: Reconocer la verdad que nos aterra

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La paradoja de “Un Curso de Milagros”

¿Sabes? Hay algo fascinante y un poco desconcertante en “Un Curso de Milagros”. Se trata de una paradoja que muchos de los que lo estudian han experimentado: esa sensación de que lo que lees te resuena profundamente, como si fuera una verdad que siempre habías sabido pero habías olvidado. Y al mismo tiempo, esa misma verdad parece desafiar todo lo que creías hasta ahora.

Es como un tira y afloja entre lo que sentimos como cierto y lo que nuestro pensamiento consciente nos dice que no puede ser. Es un fenómeno tan humano… porque, en el fondo, estamos conectando con algo más allá de lo que pensamos que somos.

Helen Schucman y la contradicción del aprendizaje

Helen Schucman, quien escribió el Curso, vivió esto en carne propia. Decía que el Curso era “el trabajo de su vida” y, al mismo tiempo, confesaba no creer en él. ¡Imagínate lo contradictorio que debió sentirse! Pero esa tensión no es algo malo, ¿sabes? Es parte del proceso de aprender a ver las cosas desde una nueva perspectiva.

La mente y su capacidad de elegir

El Curso nos habla de las diferentes partes de nuestra mente:

  • Por un lado, está lo que llama la “mente recta”, esa parte nuestra que sabe quiénes somos en realidad, mucho más allá de lo que nos definimos aquí.
  • Por otro lado, está la “mente errada”, que cree que somos separados, que nos define por nuestras historias, nuestros miedos, por el mundo que vemos.
  • Y en medio de estas dos está “el tomador de decisiones”, esa parte que tiene el poder de elegir qué queremos escuchar.

Cuando experimentamos eso que podríamos llamar “resonancia”, lo que ocurre es que nuestra mente recta logra hacerse oír. Es un momento de reconocimiento, de saber algo sin entenderlo del todo. Una sensación de paz que va más allá de las palabras. Como dice el Curso: “La paz es la motivación para aprender este curso”.

El papel del perdón en la transformación

Pero claro, esa paz también viene acompañada de resistencia. Y no es casualidad. De hecho, es parte del proceso. Porque, ¿quién no se resiste cuando algo cuestiona las bases de lo que siempre hemos creído? El ego, esa voz en nuestra mente que insiste en la separación, se siente amenazado. Se aferra, nos susurra que es peligroso soltar, que si aceptamos el amor verdadero, desapareceremos. Pero esa resistencia no es el enemigo. Es una oportunidad. Una invitación a mirar nuestras creencias más profundas y soltar lo que ya no nos sirve.

El Curso tiene una herramienta clave para ayudarnos con esto: el perdón. Pero no es el perdón que solemos entender, no se trata de “perdonar a otro” como si fuéramos superiores. Es algo mucho más liberador: entender que lo que pensabas que te hicieron, en realidad, nunca ocurrió. ¿Suena radical? Puede ser. Pero es también profundamente liberador. Porque al perdonar, te liberas tú. Es como dejar caer un peso que ni sabías que llevabas.

La experiencia de la presencia amorosa

Y aquí viene algo hermoso. Muchos estudiantes del Curso sienten, en algún momento, una presencia amorosa. Jesús, como lo presenta el Curso, no es una figura histórica o religiosa. Es un símbolo del amor puro, de esa verdad que compartimos todos. Y lo maravilloso es que no importa si creías en él antes o no. No es cuestión de religión; es cuestión de sentir, de experimentar.

Otra idea interesante que menciona el Curso es que la verdad no se aprende de manera lineal, como un tema que estudias. Es más bien algo que recuerdas. Como si siempre hubiera estado ahí, esperando a que te dieras cuenta. Y cuando lo haces, aunque sea por un instante, algo en ti cambia.

El desafío del despertar espiritual

Pero claro, también aparece el miedo. Porque si la verdad nos libera, ¿por qué a veces nos asusta tanto? Quizá porque dejar atrás nuestras viejas ideas puede sentirse como perder una parte de nosotros mismos. Pero no es así. Es solo el ego tratando de proteger su identidad. Porque sabe que, cuando lo soltamos, encontramos algo mucho más grande.

El Curso tiene una forma única de enfrentarse a esto. No nos obliga, no nos empuja. Más bien, nos invita con amor, incluso cuando provoca resistencia. Es como si nos dijera: “Mira, aquí está la verdad. Sé que te cuesta, pero estoy contigo. Vamos paso a paso”.

Y en ese camino, muchos experimentan momentos de luz, de expansión, de una paz que parece venir de otro lugar. Pero incluso esas experiencias son solo símbolos, señales de algo más profundo que no se puede describir, solo vivir.

Abraza la paradoja

El tiempo también juega un papel curioso aquí. El Curso nos dice que todo lo que parece nuevo en realidad es un recuerdo. Que esos momentos de resonancia son como destellos de eternidad, instantes en los que tocamos algo que siempre ha estado con nosotros.

Al final, todo esto nos lleva a abrazar esa paradoja del despertar: sentirnos profundamente conectados y, al mismo tiempo, resistirnos a ello. Y está bien. Es parte del viaje. Porque este curso no nos pide mucho, casi nada. Pero lo que nos ofrece, si estamos dispuestos, es todo.

Nos invita a vernos de una manera completamente nueva, con compasión, con amor, reconociendo que somos mucho más de lo que creíamos. Es un camino desafiante, sí. Pero también lleno de promesas de una paz y una libertad que van más allá de lo que jamás imaginamos.

Consultas de Un Curso de Milagros

Recursos y enseñanzas que ayudan a profundizar en Un Curso de Milagros. Acompañamos a los estudiantes del curso en su viaje de despertar espiritual

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